Envueltos entre la niebla sobre el agua, grandes manadas de macacos arriban hasta las Termas de Nagano a 850 metros de altura en cada invierno japonés. Y es que, llegada la estación, un frío imperante se esparce por todo el archipiélago.
Los macacos de la región hallaron hace medio siglo, piletas de aguas termales inmersas en la montaña. Los individuos más aventurados se sumergieron dentro de ellas percatándose habían encontrado la medida más efectiva para las duras condiciones de su hábitat. Al poco tiempo el nuevo descubrimiento comenzó a transmitirse entre todos los individuos de la manada.
Progresivamente, cientos de macacos de la región comenzaron a acudir religiosamente en cada invierno a las piletas termales para mitigar el violento frío de la montaña.
Con el paso del tiempo la costumbre fue transmitida entre generaciones. Sus crías habían aprendido que cuando el frío llegaba, la marcha hacia las piletas naturales iniciaba. Allí podrían zambullirse, relajarse, y sobrepasar el clima hostil. Así fue, con los años, transmitiéndose un descubrimiento único de padres a hijos, de manada en manada, logrando incorporarse como una premisa infaltable en cada invierno, un elemento más de su vida.
A día de hoy, cientos de macacos continúan llegando hasta Las Piletas Naturales de Nagano que son hoy, una muestra de la inmensa capacidad de transmitir conocimiento entre generaciones que los macacos poseen, pero también, un imponente escenario en el que puede apreciarse, de forma concisa, el funcionamiento de su sociedad y el lugar donde las distintas personalidades de cada uno de ellos afloran.