Luchando por la Supervivencia: La Historia de los Últimos Gorilas de Montaña

En lo alto de las húmedas montañas del Congo, Uganda y Ruanda. Allí habita una especie que, víctima de la caza indiscriminada, el comercio ilegal y la extensión de la actividad humana, tambaleó entre los límites más frágiles siendo conducida casi inevitablemente hacia su extinción definitiva.

Fue en el año 1977 donde el final más trágico parecía estar a punto de llegar, tan sólo 250 individuos de gorilas de montaña quedaban en libertad. Afortunadamente, numerosas organizaciones y primatólogos comenzaron a imponerse defendiendo valientemente a la especie, aún sabiendo que los enfrentamientos con las mafias africanas no serían fáciles y a muchos les costaría la vida, como fue el caso de la primatóloga Dian Fossey.

Hoy, gracias a sus audaces trabajos y a la gran colaboración de las comunidades locales; las noticias son positivas y esperanzadoras, aunque siguen siendo críticas. Luego de décadas, los gorilas de montaña han vuelto a sobrepasar los mil ejemplares. Las fundaciones creadas en cada parque han armado una estructura para proteger y velar por la supervivencia de la especie.

El rastreo de gorilas con fines turísticos contribuye enormemente a financiar los proyectos de recuperación de la población. Soldados guían a los grupos en una expedición que puede llegar a durar varias horas. De repente, imponentes siluetas grises y negras refulgirán entre el espesor arbóreo, señal de que el rastreo fue exitoso.

En la selva, nunca se está exento de riesgos, es por esto que los soldados hacen una aclaración importante en caso de toparse con un gorila de Lomo Plateado. “Pase lo que pase, intenten evitar el contacto visual, si el gorila los mira directamente a los ojos, no duden en bajar la mirada. Mantenerla firme frente a un macho alfa es un gesto de provocación que terminará de forma violenta”.

La naturaleza tiene sus propias reglas, y al adentrarse en ella, es primordial respetarlas.

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